Las imágenes de esta colección, formada, en su mayoría, por flores recolectadas en zonas silvestres de Madrid (España) no se obtuvieron a través de ningún procedimiento fotográfico sino mediante la captación directa de las plantas frescas sobre un escáner y el resultado de ésta digitalización pasado a papel fotográfico convencional. En este sentido resulta una técnica de vanguardia que, de momento, muy pocos artistas en el mundo estén empleando como medio expresivo. De acuerdo con la información recogida por el autor, solamente Katinka Matson y Alma Larch (dos artistas norteamericanas) han realizado un trabajo artístico serio basado en la captación de flores de jardín a través de un escáner. Debido a las características de la herramienta empleada, el proceso resulta laborioso y complejo, implicando muchas tomas de un mismo ejemplar que, posteriormente, deben ser recompuestas y ensambladas utilizando un programa para la edición de imágenes. Otro factor que complica la labor es el reducido tamaño de las flores escogidas (entre cinco milímetros y dos centímetros de diámetro) y su fragilidad extrema. Los elementos periféricos añadidos se componen de un grupo de caracteres creados por el autor que evocan la escritura china o japonesa y que no sólo tienen el objetivo de apoyar el equilibrio de la composición ya que, hallando las claves de análisis fonológico en que se sustentan, son completamente legibles y expresan frases relacionadas con sensaciones que la imagen provoca. El segundo, siempre de forma cuadrada, es la firma del autor.